Aprende de: Ursula Le Guin

lectura critica ursula le guin

Este artículo pertenece al proyecto WriterMuse: creatividad para escritores, que finalizó en septiembre 2018. Encontrarás todos los artículos publicados bajo la etiqueta WriterMuse. Si te preguntas qué fue de WriterMuse, he escrito un artículo para contártelo; en el mismo podrás bajarte, además. todos mis recursos de escritura creativa.

No hace falta que perdamos el tiempo intentando hacer pasteles cuando podemos utilizar la receta de la abuela.Orson De Witt
Saber cómo se las ingenian esos escritores que admiras tanto te revelará cómo puedes conseguir un resultado similar al suyo.

Voy a echar mano de una analogía manida pero efectiva: los pintores, antes de crear su mejor arte, su arte más único y particular (el cubismo de Picasso es el ejemplo que se utiliza siempre), pasan por una etapa figurativa, que copia la realidad al detalle (y esto no deja de ser una copia), y también copian a los maestros, impunemente, desvergonzadamente, y con ello aprenden cómo lo han logrado aquellos. Esto no les va a convertir en unos plagiarios, sino en pintores más conscientes de toda la gama de técnicas y de visiones que pueden emplear en la intimidad de su estudio, y el resultado, tras años de práctica, una lenta maceración en el alambique, será un estilo propio, único y consciente.

 

Igual que ellos, aprovecha las obras que te preceden y aprende de los mejores, los que son una inspiración para ti. Y atrévete a aprender también de los que no son tan inspiradores, de los que no te mueven ni te emocionan. La pregunta, para ambos, es la misma:

¿Qué hace este autor? ¿Cómo lo hace? ¿Por qué? Y en último lugar, pero no menos importante: ¿Me gusta?

¿Por qué Ursula Le Guin?

Empiezo esta sección Aprende de con una de mis autoras preferidas.

 

Ursula Le Guin es especial para mí. La primera vez que me topé con ella me la había recomendado mi padre. Me entregó un librito pequeño y manejable llamado La mano izquierda de la oscuridad. No sabía nada de los tropecientos premios que había ganado ni que había sido calificada como una de las mejores novelas de ciencia ficción de la historia.

 

No pasé del primer capítulo. No le veía la gracia por ningún sitio, la premisa me parecía aburrida (intrigas políticas en un mundo frío y con alienígenas bastante parecidos a los humanos), y el protagonista me caía fatal.

 

Hoy sigo pensando que el comienzo es un poco lento, y entiendo que el mundo de Invierno requiere un tiempo para aclimatarse a él (pun intended). Pero entonces era joven y las sutilezas me caían en saco roto, acostumbrada a una ciencia ficción más explosiva. Igual que dar de beber un vino caro a un niño… o a mí, por no ir más lejos.

 

Hoy Ursula Le Guin es una de mis mayores influencias: es sutil, es filosófica, y sabe contar historias entretenidas y profundas. Concuerdo con su misión: explorar alternativas a nuestro mundo y cambiar la manera en que vemos las cosas; hablar de lo que es imaginando lo que podría ser. Y, como los mejores autores, no cae en el propagandismo pretendiendo edificarnos sobre la realidad, sino que manifiesta las tensiones entre opuestos y deja que cada lector saque sus propias conclusiones. No afloja ningún nudo ni nos entrega una historia resuelta, sino que señala el nudo y nos invita a pensar en su origen y en si podríamos desatarlo alguna vez.

 

Lo que me conquista de Le Guin es su magia y a la vez su cotidianeidad. Todo podría haber ocurrido (érase una vez) y ocurre en nuestra imaginación día a día, como los cuentos que habitan el inconsciente colectivo: el lobo que acecha en los lindes del bosque, la madrastra que nos rechaza, la espada incrustada en la piedra ante la que tenemos que demostrar nuestra valía… Tensiones irresueltas, historias y personas de cada día. Veo la arrogancia de Ged, el protagonista de Un mago de Terramar, y la cerrazón de mente de Genly, de La mano izquierda de la oscuridad, en mí misma, y por eso Le Guin tiene mucho que enseñarme, como autora y como persona.

Un mago de Terramar

El comienzo de Un mago de Terramar me parece fantástico. Lo que te promete es una historia que no se aleja demasiado de las claves típicas de la fantasía: mundo pseudo-medieval, magos, dragones…, pero escrita con gran maestría y sutileza. Lo que destaca de Un mago de Terramar no es la trama llena de giros y peripecias, sino la sabiduría escondida en un tema que parece que no puede explotarse más: la madurez de un aprendiz de mago.

 

Pero no me vale con decirte que es una narración sutil, propia de un maestro. Eso no te sirve de nada. ¿Dónde está esa maestría? ¡Vamos a analizarlo!

 

La Isla de Gont, una montaña solitaria que se alza más de mil metros por encima del tormentoso Mar del Nordeste, es una famosa comarca de magos. De los poblados de los valles altos y los puertos de calas sombrías y estrechas más de un gontesco ha partido a servir como hechicero o mago en las cortes, o en busca de aventuras, haciendo magias a los Señores del Archipiélago y yendo de isla en isla por toda Terramar. De entre ellos, hay quien dice que el más grande, y con seguridad el más viajero, fue el hombre llamado Gavilán, que en su época llegó a ser Señor de Dragones y Archimago. La vida de Gavilán ha sido narrada en la Gesta de Ged y en numerosos cantares, pero éste es un relato del tiempo en que aún no era famoso, anterior a las canciones.

 

Gavilán nació en una aldea solitaria llamada Diez Alisos, en lo alto de la montaña, a la entrada del Valle Septentrional. Desde la aldea, las praderas y las tierras de labranza descienden en terrazas hacia el océano, y hay otros poblados en los recodos del río Ar; pero más arriba de la aldea sólo el bosque sube trepando hasta las rocas y las nieves de la cumbre.

 

Duny, el nombre con que lo llamaban de niño, se lo puso la madre, y no pudo darle otra cosa que ese nombre y la vida, pues ella murió antes que él cumpliera un año. El padre, el forjador de bronce de la aldea, era un hombre hosco y taciturno, y puesto que sus seis hermanos eran mucho mayores que él y se habían marchado uno a uno del hogar paterno a labrar la tierra o navegar los mares o trabajar en las forjas de otros pueblos del Valle Septentrional, no quedó nadie que criase al niño con ternura. Creció salvaje, tenaz como la mala hierba, un chiquillo alto y ágil, fuerte y altanero, de temperamento fogoso.

¿Qué ves tú en este comienzo? Lo que yo veo:

Un lenguaje minimalista

El lenguaje de Ursula le Guin es muy sencillo y utiliza las palabras justas, prescindiendo de adjetivos que las rellenen. Habla de «el océano», «el bosque», «la aldea» y deja que los sustantivos se sostengan por sí solos. En otras ocasiones sí utiliza adjetivos que califican el terreno («una montaña solitaria», «calas sombrías y estrechas»).

 

  • Efecto: cuando utiliza adjetivos, nos muestra lo aislada que está la isla de Gont, y por tanto el inicio cerrado –geográficamente y de mente– de la vida del protagonista; cuando prescinde de ellos, ayuda a que nos imaginemos un lugar ideal (del mundo de las ideas) y primigenio, tan deslocalizado que no puede ser real, como los escenarios de los cuentos.

Marcadores sencillos

Abundan las «ys», ese elemento copulativo típico de las historias orales. Otros conectores son más pesados, y por eso Le Guin prefiere el «y». No sería lo mismo «fuerte, además de altanero», o «no obstante, hay otros poblados».

 

  • Efecto: darle un ritmo ligero y de narración oral, como de cuento.

Nombres apropiados

Los topónimos y los nombres propios suenan familiares, y se basan en la geografía y en la naturaleza. El efecto es distinto a topónimos y nombres como Barad-dûr o Dor-en-Ernil pero similar a La Comarca (El señor de los anillos).

 

  • Efecto: cuanto más cercanos suenen los nombres inventados, mayor será la sensación del lector de que esta historia habla de un lugar como la Tierra.

Mucho contar y poco mostrar

«Un chiquillo alto y ágil, fuerte y altanero, de temperamento fogoso». Esto que nos han dicho una y otra vez que es un defecto, en Le Guin no lo es; busca un efecto concreto. Lo que muestras requiere mucho más espacio que lo que te limitas a contar, y tiene que haber un buen motivo por el cual decidas mostrar algo, porque si no, te arriesgas a que el lector sienta que estás siendo irrelevante. De todas maneras, Le Guin nos mostrará después lo que importa: de qué manera es Ged todas esas cosas, para que podamos ver su evolución.

 

  • Efecto: abreviar la narración y reforzar el tono propio de un cuento. En los cuentos es habitual establecer sin ambigüedad el carácter de los personajes (la bruja mala, el padre despreocupado), porque la historia no está ahí, en por qué es la bruja mala.

Tópicos

Intercala lugares comunes («temperamento fogoso») con expresiones frescas y acertadas («tenaz como la mala hierba»).

 

  • Efecto: la historia es a la vez familiar, gracias a los tópicos y a los lugares y situaciones típicos de los cuentos (la aldea solitaria, el aprendiz de mago), y sutilmente profunda, que esconde una lectura nueva y más sabia. Si solo hubiera lugares comunes, dejaríamos de prestar atención enseguida; cuando los utiliza Le Guin, de vez en cuando, recuperan su vigor inicial y no los pasamos por alto sin pensar.

La mano izquierda de la oscuridad

Quiero enseñarte un fragmento de mitad del libro que me parece especialmente útil para analizar cómo escribe Le Guin diálogos:

 

—¡No sé cómo puedo creerle a usted! —estalló Ai. La debilidad física daba a la indignación de Ai un aire de protesta quejosa—. Si todo esto es cierto, tenía que habérmelo dicho antes, en primavera, ahorrándonos a los dos el viaje a Pulefen. Los esfuerzos de usted…

 

—Sí, fracasaron. Y le trajeron a usted dolor, y vergüenza y peligro. Lo sé. Pero si hubiese tratado de enfrentar a Tibe, usted no estaría aquí ahora, sino en una tumba de Erhenrang. Y hay hoy unas pocas gentes en Karhide, y unas pocas en Orgoreyn, que creen en la historia de usted, porque me han escuchado. Quizá todavía le sirvan a usted. Mi mayor error, sí, es no haberle hablado claramente. No tengo la costumbre. No tengo costumbre de dar, o aceptar, ya sea consejos o reproches.

 

—No quiero ser injusto, Estraven…

 

—Pero lo es. Curioso. Soy el único hombre de todo Gueden que ha confiado del todo en usted, y soy el único hombre en Gueden en quien usted no ha querido confiar.

 

Ai se llevó las manos a la cabeza. Al fin dijo:

 

—Lo lamento, Estraven. —Era a la vez una disculpa y un reconocimiento.

 

—El hecho es —dije— que usted no puede o no quiere creer que yo creo en usted. —Me incorporé pues se me habían entumecido las piernas y descubrí que yo temblaba de enojo y cansancio—. Enséñeme ese lenguaje de la mente —dije, tratando de hablar tranquilo y sin rencor—, ese lenguaje que no miente. Enséñemelo, y pregúnteme entonces por qué hice lo que hice.

 

—Me complacería de veras, Estraven.

¿Qué ves aquí? Esto es lo que yo veo en este fragmento:

Acota lo mínimo

El parlamento de los personajes (las palabras que utilizan y cómo están organizadas) es suficiente para comunicar emoción. Hay muy pocas acotaciones que indiquen lo que sienten los personajes, y las que hay no nos resultan una sorpresa, sino una confirmación del tono que le damos a las palabras, como «temblaba de enojo y cansancio». Estraven ha interrumpido a Genly en dos ocasiones, denotando una falta de paciencia, y ha empleado frases cortas y contundentes, que refuerzan el sentimiento de culpa de Genly («Sí, fracasaron», «Pero lo es»).

 

  • Efecto: el diálogo se sostiene por sí mismo y resulta creíble.

Énfasis sutil

Pese a que Estraven está enojado, Le Guin no utiliza ninguna exclamación con él. Sí que la utiliza con Genly, lo que le da a su parlamento «un aire de protesta quejosa», como la pataleta de un niño. Sin embargo, el enfado se transmite de otra manera. Cuando un autor abusa de las exclamaciones, pierden todo su poder y consiguen un efecto similar al que busca, conscientemente, Le Guin.

 

  • Efecto: caracteriza a los personajes de Genly y de Estraven. Estraven resulta el más maduro y paciente de los dos.

Conversación realista (y cortante)

Los parlamentos están construidos con frases cortas e hilados con repeticiones y están vinculados entre sí temática y sintácticamente. Le Guin hace una pausa y repite «lenguaje», en lugar de obviarlo o utilizar un sinónimo: «Enséñeme ese lenguaje de la mente —dije, tratando de hablar tranquilo y sin rencor—, ese lenguaje que no miente.»; repite también «costumbre» (y esta reiteración se corresponde también con el tono enfadado de Estraven: cuando estamos enfadados le damos muchas vueltas a las cosas); los personajes se responden en lugar de esperar a su turno para soltar su discurso: «Los esfuerzos de usted… —Sí, fracasaron.»; intercala el «sí» de afirmación como un conector discursivo repetitivo, típico del discurso oral: «Mi mayor error, sí, es…»

 

  • Efecto: los parlamentos suenan reales como una conversación (pero no caen en el defecto de llenarse de coletillas, falsos inicios, vaguedades, como en el lenguaje oral real).

Usted, usted, usted…

El traductor ha tomado la decisión de enfatizar la interpelación utilizando una y otra vez el pronombre usted, cuando en inglés el you, que no indica ya el grado de cortesía como en español, es necesario y carece de énfasis. Me parece una decisión muy acertada.

 

  • Efecto: percibimos mayor tensión, como si se estuvieran señalando con el dedo el uno al otro.

Conclusión

He utilizado un par de fragmentos de la prosa de una de mis autoras preferidas para ilustrar cómo, si prestas atención, tú también puedes extraer mucha información sobre cómo tu libro preferido ha sido escrito.

 

Cuanto más sepas sobre el estilo de un autor, más fácil te será imitarlo. Y recuerda que imitar no es malo, es la antesala a descubrir un estilo propio. Imita a mucha gente, de estilos muy variopintos, e incluso a autores que no te gustan, y aprende qué hacen y qué logran con ello, para así poder interrogarte sobre tu propio estilo.

 

Como te recomiendo en mi artículo sobre lectura crítica, ¡no hagas esto todos los días! Analiza la literatura que admiras y la que no admiras tanto solo de vez en cuando, para no perder el placer de la lectura. Estoy totalmente de acuerdo con Isaac Belmar en su artículo Lo que enseñan los libros buenos:

 

«Si te esfuerzas por leer conscientemente, además de que lo disfrutarás más y mejor, tu cerebro trabajará en segundo plano para comprender patrones, lo que está sucediendo, cómo lo ha hecho el escritor, estructuras, metáforas…»

 

También dice que el aprendizaje que haces es inconsciente y que no hay análisis de texto que valga, pero yo creo que todo, tomado con moderación, es beneficioso (excepto quizá explotarte un petardo en la mano, eso no puede ser nunca beneficioso). Poder saber decir qué ha hecho un autor te dará una libertad inmensa para decidir qué hacer tú con tu escritura.

 

Recuerda preguntarte siempre:

¿Qué hace el autor? ¿Cómo lo hace? ¿Por qué? ¿Me gusta?

 

¿Has extraído algo diferente de las lecturas que te he propuesto en el artículo? ¡Espero que sí! Déjame tu comentario, me encantará aprender contigo.

2 Comments on “Aprende de: Ursula Le Guin”

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *