Cómo construir el conflicto narrativo

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Este artículo pertenece al proyecto WriterMuse: creatividad para escritores, que finalizó en septiembre 2018. Encontrarás todos los artículos publicados bajo la etiqueta WriterMuse. Si te preguntas qué fue de WriterMuse, he escrito un artículo para contártelo; en el mismo podrás bajarte, además. todos mis recursos de escritura creativa.

El conflicto narrativo es uno de los elementos fundamentales de tu historia. Si eres de los que planifica poco, este elemento no puedes saltártelo: es lo mínimo que debes conocer antes de embarcarte en la aventura de escribir.

 

El conflicto es la fricción que se produce por el choque de dos fuerzas: el deseo del personaje y la oposición, la fuerza antagonista que le impide alcanzar su objetivo. Toda buena historia debe equiparar estas dos fuerzas sin que ninguna sobrepase a la otra hasta el momento del clímax. Un eterno tira y afloja entre dos equipos y un resultado que no puedes predecir hasta el final.

 

Tu historia necesita un conflicto claro, evidente para el lector. Una trama sin conflicto es una serie de sucesos que no tienen fuerza emocional y con los que no conectamos, porque no hay héroes que deban sacrificarse y sobreponerse a sus propias debilidades. Un conflicto sin trama es una amalgama de sucesos tensos que no conducen a ninguna parte, sin resolución ni mensaje temático.

¿Sabes cuando te vas de viaje y parece que el destino se ha puesto en tu contra? Te pierden la maleta, en el hotel no tienen reserva a tu nombre, llegas un día tarde al concierto, nadie habla inglés (casi ni tú)… Hay una cosa que siempre sirve de consuelo: «al menos lo podré contar»: el desastre se convierte en el germen de una historia. El conflicto entre tu deseo, disfrutar de un buen viaje, y la fuerza antagonista, un universo malhumorado.

 

¿Y verdad que no es tan entretenido cuando te cuentan un viaje en el que todo ha ido bien? Qué maravillosa comida sin insectos ni reptiles, qué puntual que salió el avión, qué bien entendían el español… El deseo y las circunstancias se alinearon para crear una buena experiencia, pero no una buena historia; una historia necesita un conflicto.


¿Logrará nuestro protagonista Rojo vencer al villano guaperas Azul? No está muy claro…


No me gustan las analogías deportivas porque no veo normal la de millones que se gastan en contratar gente que da patadas a balones, pero voy a utilizar una porque es muy efectiva: para que un partido te tenga en ascuas las dos fuerzas deben estar igualadas y el triunfo de tu equipo no puede estar claro hasta el último momento.

Elementos esenciales del conflicto narrativo

Para que el conflicto narrativo funcione necesitas todos estos elementos:

Un objetivo vital

El objetivo del héroe puede ser consciente o inconsciente, e incluso puede ir en contra de lo que realmente desea para sí mismo. Por ejemplo, una atleta puede tener el objetivo de ganar una prueba olímpica y a la vez un deseo inconsciente de no alcanzar la meta porque así se desquitaría con unos padres que la obligaron a entrenar contra su voluntad (este deseo inconsciente, si es contrario al objetivo, puede convertirse en la fuerza antagonista interior).

La necesidad de alcanzar ese objetivo

El objetivo no puede ser algo escogido arbitrariamente, tiene que tener una importancia real para el héroe y poner en juego algo vital. De no ser así, el fracaso no tendría repercusiones.

 

Si quieres que el lector conecte con el deseo del personaje y sufra y se alegre con él, créale una necesidad. Por ejemplo, tenemos el típico detective que se involucra emocionalmente en un caso porque el asesino le arrebató a un ser querido. Si las cosas se complican para el detective, pese a todo sigue adelante porque siente la necesidad de resolver el caso.

Una fuerza antagonista externa

La oposición puede ser de tipo «superior» (naturaleza, dioses, destino) o «social» (del entorno, a su mismo nivel), pero lo importante es que ocurre fuera del personaje. Para que la trama se mueva tienen que pasar cosas ahí fuera que hagan revolverse el interior del personaje y le obliguen a evaluar sus acciones.

 

Un ejemplo sería un cambio en una relación: tenemos a Pablo y María, que llevan juntos muchos años y cada vez se conocen menos. María se siente estancada y empieza a salir con las amigas, viéndolo menos a él, lo que genera un conflicto en Pablo.

Una fuerza antagonista interna

Todo lo que sucede ahí fuera tiene un reflejo dentro del personaje, que es lo que le lleva a evolucionar. Una de estas dos fuerzas antagonistas puede preponderar, pero no puede obviarse: lo que hay fuera es síntoma o catalizador de lo que hay dentro, y viceversa. Son necesarias tanto la fuerza antagonista externa como la interna.

 

Por ejemplo, si Pablo es un hombre celoso y posesivo, le afectará más ver a María salir sola sin darle explicaciones, y esta acción se convertirá en un conflicto externo; sin embargo, si fuera un hombre sin ese tipo de conflictos internos, las acciones de María no crearían un problema.

Obstáculos y riesgos

Esta es la realización en forma de eventos, personajes, sentimientos, etc. de la fuerza opositora. Debes plantar a lo largo de la narración obstáculos que impidan al protagonista alcanzar su objetivo y riesgos de emprender una acción, por lo que la decisión nunca resulte fácil.

 

Por ejemplo, la aparición de una tercera persona en la relación de Pablo y María, seguida de las amigas de María instándola a que deje a Pablo, y más tarde una discusión en la que la pareja saca trapos sucios. Cada uno de estos obstáculos al deseo de Pablo de recuperar la relación con María deben estar adecuadamente espaciados, para darle tiempo al lector a anticipar una nueva caída: una tensión constante y una sucesión de tragedias al final dejan de emocionarnos, lo anormal se convierte en normal.

La evolución del protagonista

El personaje no puede ser el mismo al comienzo que al final de la narración, debe haber aprendido algo o al menos haber hecho el intento. Es precisamente la incapacidad inicial del protagonista de resolver el conflicto la que crea el conflicto en primer lugar: si al principio hubiera contado con todo el conocimiento y la habilidad necesarias, no tendríamos historia. Es la evolución interna la que ha permitido que venza a las circunstancias (o no, pero al menos se ha enfrentado a ellas).


Si alguien te salpica mientras intentas entrar al agua, puede iniciarse un conflicto de escala mundial.

Claves para construir el conflicto narrativo

Ahora que ya sabes de qué elementos consta el conflicto narrativo, voy a darte unas pautas que te ayudarán a desarrollarlo en tu historia.

 

Hay una norma que suele seguirse para conseguir que el interés del lector no decaiga: el conflicto debe escalar cada vez más hasta que se resuelve en el clímax. Pero no debe escalar ininterrumpidamente y sin pausa: espacia las crisis con momentos de respiro: espacios para la recuperación, la reflexión y el desarrollo de personajes y ambientación.

Paradójicamente, debes permitir que la tensión decaiga para que no caiga en picado: el lector no puede estar en estado de alerta constante.

 

Otra clave es determinar durante la planificación de la novela los tres o cuatro puntos de inflexión, que pueden coincidir o no con momentos de crisis. En estos puntos el personaje y/o el lector descubren algo sobre el conflicto o sobre sí mismos que ayuda a avanzar la trama y da una vuelta a la manera en que se aborda el conflicto. Por ejemplo, (spoiler de El Código da Vinci) cuando se descubre que el Santo Grial es María Magdalena: no un objeto sino una idea que desmonta la mentira propagada por la Iglesia.

 

Otro truco para asegurarte de que el lector se queda con ganas de más es proveerle de soluciones que no lo satisfagan completamente. El héroe puede obtener pequeñas o grandes victorias contra la fuerza antagonista, pero ninguna tan grande o definitiva que desequilibre la balanza. Para compensar, puedes hacer que el enemigo también logre victorias equiparables. La incertidumbre es fundamental para que el lector continúe leyendo. No dar todas las respuestas al misterio demasiado pronto y no inclinar la balanza en uno u otro sentido antes del clímax. Prolonga los rescates y las soluciones, deja al lector «a mitad», pero termina resolviendo el enredo mayor.

 

Por último, la clave definitiva para construir un conflicto narrativo que funciona es tener una vista de pájaro de toda la trama. Divide tu novela en escenas y posiciona esos tres o cuatro momentos de inflexión de los que te he hablado antes. Etiqueta tus escenas (con colores o notas) según si son escenas de acción, en las que el conflicto está latente, o son escenas de pausa en las que disminuye la tensión. Por último, determina el grado de tensión latente en ellas con respecto a las escenas adyacentes y la historia en general.

 

De esta manera podrás detectar a simple vista si suceden dos o más escenas de acción que no dan respiro al lector, o si por el contrario se prolonga demasiado la calma y no evoluciona el conflicto.

¡Cuidado!

Muchos autores noveles confunden el conflicto con el trasfondo de la historia, la biografía de los personajes o incluso los hechos objetivos de la trama («lo que pasa» en la historia). El conflicto se nutre de todas estas cosas, pero no es ninguna de ellas. La autobiografía de tu infancia no funciona a no ser que haya un conflicto latente: quizá el contraste entre la educación que recibiste y tus inclinaciones naturales, e incidentes y crisis que ilustren el conflicto y muevan la historia, como la oposición de tus padres a que estudiaras una carrera «de chicos» o cuando te saltabas la prohibición de ir a una manifestación.

Para que haya un conflicto necesitas un deseo poderoso enfrentado a una fuerza antagonista que lo ponga en jaque.

El modelo estándar de tensión en la mayoría de las novelas. ¿Se parece al tuyo?

¿Funciona el conflicto narrativo de tu novela?

Hazte las siguientes preguntas antes de empezar a escribir tu historia y te garantizo que marchará viento en popa y tendrá más posibilidades de llegar a buen puerto… Desde luego, son más bonitas las analogías náuticas que las de fútbol. 😊

¿Cuál es el objetivo vital de mi personaje? ¿Es el mismo o diferente que su deseo inconsciente?

¿Por qué tiene este objetivo o deseo? ¿A qué necesidad imperiosa responde?

¿Cuál es la fuerza antagonista? ¿Cuáles son los riesgos y desafíos que conlleva enfrentarse al antagonista?

¿A qué obstáculos exteriores e interiores se enfrenta?

¿Duda el lector de si saldrá victorioso? ¿Está la balanza equilibrada entre las dos fuerzas en todo momento hasta llegar al clímax?

¿Evoluciona el personaje en su intento de vencer a la fuerza antagonista?


Yo fallando miserablemente en la consecución de mi objetivo vital: salir de la pelota.

Si quieres saber más sobre el conflicto narrativo…

Para escribir este artículo he utilizado como referencia estos dos libros:

 

Y además te recomiendo los siguientes artículos:

 

Conclusión

El conflicto es la fricción entre dos fuerzas, la del deseo del personaje y la fuerza antagónica que se le opone, y es el elemento básico sobre el que se fundamenta todo lo demás: trama, personajes, ambientación…

 

Para construir este conflicto debes tener en cuenta los objetivos conscientes y los deseos inconscientes de tu personaje, la necesidad que le impulsa a cumplir ese deseo y lo que está en juego para él si no lo logra, y debes proveer a la historia de una fuerza antagonista tanto exterior como interior que le impida al protagonista lograr lo que se propone.

 

La clave principal para hacer todo esto bien es poder ver tu historia a vista de pájaro: dónde están los momentos de inflexión, qué grado de tensión hay en cada escena y dónde se encuentran los momentos de reacción o reflexión que darán un respiro al lector y más fuelle al conflicto principal.

¿Y tú, cómo construyes el conflicto narrativo? ¿Piensas en todos estos elementos?

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