Técnicas de creatividad para escritores (III): la lista de 20

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Este artículo pertenece al proyecto WriterMuse: creatividad para escritores, que finalizó en septiembre 2018. Encontrarás todos los artículos publicados bajo la etiqueta WriterMuse. Si te preguntas qué fue de WriterMuse, he escrito un artículo para contártelo; en el mismo podrás bajarte, además. todos mis recursos de escritura creativa.

Seguro que en alguna reunión has oído el temido «¿Alguien tiene alguna idea?». Y silencio. El ruido del aparato de aire acondicionado. Quizá alguien regurgite algo que ya oyó decir en una reunión anterior. Nada novedoso, nada arriesgado. Y tú te quedas rumiando una idea un poco extraña que has tenido, que no puedes respaldar con datos ni pruebas, que probablemente sea inviable, así que te la quedas para ti. Si acaso en la próxima reunión la podrías sacar a colación, habiendo hecho el estudio pertinente, pero probablemente no suceda así. Y esa idea, a la que otros compañeros hubieran podido añadir algo, o que a otros les hubiera sugerido una idea propia y más poderosa, no verá nunca la luz.

Estas reuniones son un intento fallido de tormenta de ideas (brainstorming), porque no se respeta el principio básico de la generación de ideas:

Si quieres tener buenas ideas, debes tener muchas ideas y tirar las malas.Linus Pauling

En nuestra sociedad equiparamos el acto de «tener ideas» con el de «tener buenas ideas». Si en la susodicha reunión se te ocurriera decir algo descabellado como «Contratemos una avioneta para que haga publicidad en la playa», seguramente te mirarían raro, como poco. Pero de ideas descabelladas como esa y otras más surgen ideas viables: «Para vender esquís seguramente la playa no sea el lugar más idóneo, pero podemos hablar con la compañía que hace vuelos panorámicos en los Pirineos».

Tener buenas ideas es el resultado natural de tener muchas ideas de todo tipo y de utilizar las malas para provocar nuevos patrones mentales y elevarte por encima de las ideas que tiene todo el mundo.

El rechazo a las ideas en general se remonta a mucho antes de esa escena de la sala de reuniones. ¿Cuántas veces escuchaste al profesor lanzar una pregunta al viento y recibir solo respiraciones contenidas? Puede que alguna vez te atrevieras a responder, creyendo poseer la respuesta correcta, y al decirla en voz alta te enfrentaste al escarnio y la burla de tus compañeros. Quizá tuviste un profesor conciliador que empezara con «Sí, bueno, pero…» o alguna variante, pero el daño ya estaba hecho: habías intervenido con una idea que no estaba a la altura y te habían hecho sentir tonto.


Una anécdota de lectura opcional, pero que a mí me encanta contar al respecto:

Hace muchos años mi profesora de castellano lanzó una pregunta al aire: «Vamos, que alguien me dé la definición de madre», no sé si con ocasión del Día de la Madre o a santo de qué. Nadie respondía, y Paula, mi mejor amiga del instituto, sintió que le venía la respuesta como una inspiración. La profesora la miraba a ella, se envalentonó y rápidamente dijo, sin pasar por ningún filtro de pensamiento: «¡Mujer que ha perdido la virginidad!». Era segundo de bachiller, el último año de instituto. Todo el mundo se rio durante lo que pareció un minuto entero, mientras Paula se ponía roja rojísima. La profesora soltó una carcajada socarrona, porque ya conocía a Paula y sabía que tenía arrebatos de ese estilo. «Bueno, Paula, sí, pero digo yo que no es la única condición».

De vez en cuando todavía contamos la ocurrencia de Paula, y ella se ríe siempre. Sin embargo, en aquel momento se sintió avergonzada frente a toda la clase. Es un claro ejemplo de que estamos acostumbrados a aceptar solo las «buenas» ideas, las respuestas correctas, y que castigamos a los que se atreven a decir algo que se sale de lo normal.

Es muy positivo que nos hayamos habituado a reflexionar antes de decir cualquier cosa, sobre todo si nos enfrentamos a un examen o vamos a publicar un manuscrito con el que creemos que podemos aportar algo al mundo. Sin embargo, en el contexto de la generación de ideas necesitamos cambiar nuestra forma de pensar. En el mundo de las ideas, de la creatividad y de la innovación todo vale. Cualquier idea debería ser respetada y aplaudida por el valor que supone compartirla y porque tiene utilidad para reestructurar nuestros rígidos modelos mentales.

La creatividad supone una actitud de juego, de aceptación y de falta de juicio. Todo es válido porque todo se puede utilizar como peldaño que conduce a una comprensión más elevada y global del problema o la situación.

El pensamiento lateral y la lista de 20 ideas

En el mundo de la creatividad, el pensamiento lateral es el rey. Este modo de pensar es la intuición aplicada, es la manera de generar ideas sin esperar a que lleguen como un destello de inspiración.

El pensamiento lateral busca crear alternativas y nuevas asociaciones, sin importar si son válidas o adecuadas, solamente por su poder desestabilizador, para poder reestructurar los paradigmas mentales a partir de los cuales procesamos la información.

En el pensamiento lateral la información se usa no como un fin en sí misma, sino como medio para un efecto determinado; se emplean a menudo como punto de partida planteamientos erróneos para llegar a una solución, al contrario del pensamiento vertical, en el que dicho procedimiento se descarta por principio (lógica, matemática).Edward de Bono: El pensamiento lateral

Siempre que nos llega información nueva nuestro cerebro la almacena en varios cajones distintos: estructuras, paradigmas o modelos de datos, como los llama Edward de Bono. ¿Has oído aquello de think outside of the box («piensa fuera de la caja»)? A esto se refería: saca las ideas fuera de sus cajas respectivas y ordénalas de forma innovadora.

Dentro de estas cajas o estructuras, la información nueva interactúa con el resto de información almacenada de una forma muy concreta. En tus estructuras tendrás, por ejemplo, las maneras en que pueden usarse unas tijeras, y cuando te pregunten cómo puedes usarlas dirás que para cortar esto y lo otro, o incluso para asesinar a alguien, si eres un poco macabro.

Sin embargo, si alguien te pide que le nombres 20 usos de unas tijeras, llegará un momento en que tendrás que inventarte usos que se salgan de los patrones establecidos. Tendrás que crear nuevas asociaciones, pensar «fuera de la caja». Tu lista de 20 ideas podría incorporar: «decorar una ferretería», «disfraz de Eduardo Manostijeras», «dibujar óvalos», «hacer sombras chinescas», «hula hoop doble» (si son muy grandes), «abrecartas», «fundir el metal y convertirlas en otra herramienta», «vestido de Lady Gaga», «logo de una peluquería», «alicates de emergencia», «instrumento para prender fuego al microondas», etc.

La mayoría de esas ideas serán malas, pero nadie te pide que sean buenas, solo que te hagan imaginar.

La lista de 20 no es más que una técnica de pensamiento lateral que te invita a seguir añadiendo ideas más allá de las primeras que se te ocurran, para obligar a la mente a vaciar primero todas las alternativas evidentes y crear nuevas conexiones.


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Ray Bradbury pretendía decir algo similar cuando instaba a los escritores noveles a que escribieran un relato a la semana: «Escribe un relato breve cada semana. Es imposible escribir 52 relatos malos seguidos». De 52 relatos o 52 ideas, la mayoría serán malos, otros tantos mediocres, algún caso aislado será bueno y puede que uno sea brillante. Lo mismo con tus ideas.

Un ejercicio de lista de 20

«Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí».

¿Conoces este famoso microrrelato de Augusto Monterroso?

¿Qué infieres automáticamente de esta línea? Probablemente, que el personaje había estado durmiendo, ya que dormir es lo que viene habitualmente antes de despertar. Y si durmió, probablemente habría soñado, por lo que el dinosaurio sería el de su sueño.

Esta es la manera en que habitualmente se interpreta este cuento, aunque hay muchas otras. Puedes ser un poco más pícaro y pensar que el hombre se despertó después de una noche de extrañas relaciones sexuales con un dinosaurio. (Eso es lo que me vino a la cabeza la primera vez que lo leí, en serio).

Estos son los modelos más lógicos y habituales, pero son poco imaginativos. ¿Por qué no nos abrimos a otras posibilidades? Hagamos un ejercicio de pensamiento lateral.

Lista de 20 posibles interpretaciones de «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí»:

Utilizo letras en lugar de números para resaltar la idea de que no hay jerarquía entre estas ideas. Todas tienen el mismo valor y no hay una que vaya antes que otra. Las letras son idóneas para enfatizar la idea de alternativa: a o b, o f o m o r.


Como ves, las ideas que se me ocurren son improbables y seguramente no fueran lo que el autor tenía en mente, pero me han hecho pensar en «despertar» y «dinosaurio» desde muchas otras perspectivas y significados. He roto el esquema rígido despertar=dormir y dinosaurio=reptil extinto.

¿Solo se te ocurren malas ideas? Excelente.

Estudios recientes como el de Karl T. Ulrich* han probado que las personas o grupos que producen una gran cantidad de ideas malas también tienden a producir una mayor cantidad de ideas buenas. Incentivar la producción de ideas de ambos tipos (buenas y malas) e incentivar el volumen por encima de la calidad da como resultado un mayor número de ideas buenas.

¿Cómo puede ser esto? Bueno, los investigadores no están de acuerdo, pero las hipótesis que manejan son las siguientes: a) enfatizar la cantidad sobre la calidad reduce la presión ejercida sobre el contenido de las ideas, posibilitando ideas más arriesgadas e innovadoras; b) las ideas malas son utilizadas como herramienta para llegar a otras ideas de mayor calidad.

Así que no te cortes: escribe todo lo que te venga a la cabeza, por alocado o erróneo que suene. Estás dando libertad a tu Musa a la vez que liberas tus propias estructuras de pensamiento.

*Girotra, K., Terwiesch, C., & Ulrich, K. T. (2010). Idea generation and the quality of the best ideaManagement Science56, 591-605.


«A ver, miedo me das. ¿Qué se te ha ocurrido esta vez?». La respuesta preferida de mi madre cuando le digo «Tengo una idea». Pero algunas son buenas, ¡en serio!

¿Por qué 20?

El número no es importante. Lo importante es generar un número suficiente de alternativas. Sabrás que es suficiente cuando tengas que devanarte los sesos para seguir añadiendo posibilidades: habrás agotado las alternativas lógicas e inmediatas y tendrás que aceptar las más improbables y fantasiosas.

Seguramente llegue un punto en que te hartes, estés cansado de generar ideas que no van a ninguna parte, totalmente ilógicas. La primera o la segunda era la buena y no sabes por qué tienes que seguir inventándote motivos para que tu villano quiera vengarse del mundo: es bastante evidente, el mundo se ha portado muy mal con él.

Sin embargo, no desistas. Si te has propuesto escribir 20 ideas, o 15 o 30, llega hasta el final. El hastío y el absurdo son muy buena señal, estás empezando a salirte de los patrones establecidos.

La idea decimonovena sobre tu villano vengativo puede darte una pista: «Quiere vengarse del mundo para fastidiar al héroe». ¿Fastidiar? Ese es un verbo muy infantil. ¿Y si el villano se hubiera quedado atascado en una etapa infantil de la psique? ¿Y si el mal proviniera de una falta de empatía y de evolución psicológica? ¿Podría, en ese caso, evolucionar como el héroe? ¿Y seguiría queriendo destruir el mundo? Quizá incluso se volviera más peligroso.

De repente, a raíz de una idea aparentemente mediocre y vacía has creado una asociación que te servirá para profundizar en el personaje. Ese es el poder provocador del pensamiento lateral.

Recuerda que la lista de 20 es un ejercicio de pensamiento lateral, y que el pensamiento lateral no busca aceptar o descartar ideas, sino generarlas como medio para un fin, y el fin es soltar los patrones establecidos y generar asociaciones nuevas.


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Por qué la lista de 20 ideas es tan importante para tu novela

Tu novela o relato es la respuesta a una serie de preguntas que te haces a ti mismo, y el desarrollo de la novela es cada una de las respuestas que das a los conflictos principales de tema, trama y personaje.

Sin embargo, antes de tu novela ha habido miles, millones de novelas, y miles y millones de respuestas parecidas. Todas esas respuestas te son familiares en mayor o menor grado porque las has visto repetidas infinidad de veces.

Esta familiaridad narrativa es común a todos los que vivimos en una sociedad literaria en alto grado, la sociedad humana. Es la que hace saltar la alarma de cliché y también la que nos sorprende y regocija cuando la narración toma un giro inesperado.

Como escritor te interesa que tu lector sienta esas emociones al leerte y que encuentre en tu narración algo único que aportar al inmenso corpus de textos de la historia de la humanidad. Y tú puedes dárselo.

Para conseguir ese giro inesperado que provoca placer en el lector (¡y en ti cuando lo escribes!), necesitas ser capaz de ver las respuestas típicas y darles la vuelta, y de generar respuestas inesperadas y sorprendentes, y para eso no puedes quedarte con la primera que te viene a la cabeza, porque:

La primera idea que te viene a la cabeza es generalmente la idea más cliché. Es la respuesta predefinida a una narración familiar, porque hay un número limitado de historias modelo que repetimos una y otra vez.

Haz la prueba. Completa estas frases con lo primero que te venga a la cabeza:

El detective se dio a la bebida después de la muerte de…

El lugar donde nunca lo encontrarían sería…

El patito feo se convirtió en…

(Te voy a ahorrar las respuestas, que seguramente te habrán venido solas).

Si no quieres repetir la misma historia de siempre, si quieres darle un giro único y personal, tienes que reorganizar las rígidas estructuras mentales narrativas y acumular ideas, una tras otra, sin importar su calidad o adecuación, para empezar a pensar «fuera de la caja».

Y esto se consigue con algo tan sencillo como seguir generando alternativas: «¿y qué más?», «¿qué otra cosa podría ser?», «¿y si en lugar de…?». Llega hasta veinte, aunque estés seguro de que la tercera es la «ganadora», porque nunca sabes qué idea inesperada puede acecharte a la vuelta de la esquina y cambiar todo el paradigma de tu novela.

Así que la próxima vez que estés planificando una historia o te encuentres atascado, ¿por qué no pruebas a generar 20 ideas al respecto? 20 respuestas a una misma pregunta o 20 preguntas que te abran caminos distintos para comprender tu novela.

¿Conocías esta técnica o alguna similar? ¿Con qué podrías utilizarla?

Feliz día escribiendo. 😊

5 Comments on “Técnicas de creatividad para escritores (III): la lista de 20”

  1. Pingback: Por qué necesitas escribir con un plan | Marta Tornero | Blog personal

    1. Hola, Juan Francisco! Gracias, me alegra un montón que pueda ser de utilidad, sobre todo para alumnos de la ESO. Ahí es donde empieza la pasión por la literatura, así que todo lo que podamos hacer para incentivarlo y enseñarles a disfrutar de ella a su propia manera, será un aporte fantástico para los artistas en que se van a convertir :).

  2. ¡Hola! Me ha ayudado mucho esta entrada, se nota que está muy pensada y trabajada, muchas gracias por tu trabajo, me has sacado del atolladero.

    Diana.

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