El problema de «escribir mejor» y una técnica olvidada e infalible

El problema de escribir mejor y una técnica olvidada e infalible - la retórica y la imitación - WriterMuse-min

Este artículo pertenece al proyecto WriterMuse: creatividad para escritores, que finalizó en septiembre 2018. Encontrarás todos los artículos publicados bajo la etiqueta WriterMuse. Si te preguntas qué fue de WriterMuse, he escrito un artículo para contártelo; en el mismo podrás bajarte, además. todos mis recursos de escritura creativa.

«Escribir mejor» es un planteamiento erróneo

Si has llegado hasta aquí es porque quieres escribir mejor y porque el título sensacionalista te ha atraído irremisiblemente (échale la culpa a mi vena de copywriter).

 

No creo que haya autor que no desee escribir mejor. Pero pretender «escribir» mejor es una equivocación, porque el proceso mediante el cual descargas tus ideas sobre el papel es muy delicado y sufre cuando le impones reglas y consejos de otros autores. Si te planteas cada frase de tu novela pensando en que debe ser natural, concreta, clara, no muy extensa, lógica, etc. (es decir, estar bien escrita), interrumpirás el flujo creativo. El proceso de escribir debe estar alejado de consideraciones de «bien» o «mal».

 

Ahora bien, el resultado sí que puede ser bueno o malo, y de corregir lo malo te encargarás más adelante, en un proceso completamente distinto.

 

Al escribir te guías por la intuición y todo lo que has asimilado en tu inconsciente. Intervenir en el proceso con reglas y consejos, por acertados y bienintencionados que sean, es perjudicial para tu parte creativa.

 

La actividad que entendemos como «escribir» consta de varias tareas muy alejadas entre sí en el tiempo y en el estado mental. Gabriella Literaria habla de los tres cubos del proceso creativo, pero creo que podríamos incluir el storytelling y ampliarlos a cuatro:

 

  1. recibir y producir ideas;
  2. estructurar y narrar una historia (storytelling) en forma de novela, relato, cuento, etc.;
  3. escribir propiamente, poner sobre papel u ordenador las palabras que cuentan esa historia;
  4. editar esas palabras para que transmitan belleza y, al mismo tiempo, comuniquen la historia. 

 

Sin embargo, cuando los escritores pensamos en «escribir mejor» casi siempre imaginamos que echamos los esfuerzos al tercer cubo, el de teclear 1000 palabras por hora, cuando en realidad deberíamos centrarnos en el cuarto, el de pasar noches en vela por una frase (A mí eso no me ha pasado, pero cuenta la leyenda que Flaubert dedicaba semanas a completar una página: hay gente pa’ to’).

 

La mayoría de los consejos que encontrarás por ahí son beneficiosos para la escritura de casi todo el mundo (sé natural, elimina lo superfluo, varía el ritmo del texto, recorta y comprime…), y por ello se han fijado como norma, pero el problema que subyace a todos ellos es que no te dicen lo esencial:

Los consejos para escribir mejor te ayudan a editar mejor. Mientras escribes tu historia solo pueden entorpecerte.

 

Si te tomas estos consejos como guías para corregir y pulir tu manuscrito en vez de como exigencias durante el proceso creativo, los aprovecharás mucho más. Si intentas aplicarlos de forma consciente mientras escribes, enlentecerás o paralizarás el proceso. Por eso no son consejos para escribir mejor, porque no se pueden aplicar cuando escribes. Cuando escribes debes únicamente escribir.

 

Cambiar este planteamiento puede liberarte de un peso enorme. Dejas de juzgar la página llena de repeticiones, palabras vacías, frases deslavazadas y dejas de martirizarte por no escribir mejor, después de todo este tiempo. Empiezas a escribir más, porque sabes que aunque lo que has escrito no es muy bueno, está en tu poder mejorarlo, porque sí que sabes «corregir mejor»: eres consciente de todo lo que falla y podrás arreglarlo durante la revisión.

 

Pero no te desesperes aún; me queda una buena noticia en la recámara:

También se aprende a escribir mejor. Se aprende de forma inconsciente: leyendo y practicando.

Otra buena noticia: para escribir bien vas a tener que practicar menos que para hacer el split.

No escribir bien viene de una carencia educativa

A parte de que el sistema educativo español no alienta la creatividad, existe otro problema, y es que hace años que ha dejado de enseñar una asignatura y una habilidad fundamental para el aprendizaje: la retórica.

 

Dentro de la retórica entraban métodos para expresarse correctamente, técnicas para dominar el estilo y maneras de estructurar el discurso para presentar el material de forma clara, bella y entretenida. Este arte se enseñó por última vez en España en las primeras décadas del siglo XX.

[La] desaparición [de la retórica] de la enseñanza pública ha ocasionado carencias importantes y lagunas de comprensión de ciertos aspectos de la escritura literaria. Ha permitido que tengamos una noción pobrísima de lo que sea escribir.David Pujante: El lugar de la retórica en la enseñanza actual

Si alguna vez te has puesto a tocar, a pintar o a bailar, te darás cuenta enseguida de que lo primero que hiciste fue imitar a tus maestros. Te daban una canción con cuatro notas, un bodegón sencillito o un paso hacia delante y hacia detrás y tú ya estabas sudando la gota gorda. Es normal; forma parte del proceso de aprendizaje. Nadie te habló entonces de encontrar tu propia voz, ¿verdad?

El problema es que te enseñan a escribir mal (o no te enseñan en absoluto) y después te dicen que «encuentres tu propia voz».

 

La enseñanza de la retórica se basaba en la imitación y el análisis, que son, en conjunto, la mejor manera de aprender la técnica. La técnica no es algo idiosincrático de cada escritor, es un compendio de efectos de las palabras, frases y estructuras que son comunes a todos pero que cada uno aplica de una manera. Una técnica es utilizar frases cortas y llenas de sonidos duros y oclusivos (p, t, k) para comunicar rapidez, brusquedad y acción, y esa técnica la utilizan a menudo autores de novelas de detectives o espionaje, como Robert B. Parker o Raymond Chandler, pero no es una técnica exclusivamente suya.

 

Otra técnica es, por ejemplo, entremezclar acciones del presente con anécdotas de su pasado que explican esas acciones y la psicología del personaje, como hace una de mis escritoras preferidas, Amy Tan.


Fragmento de la novela La hija del curandero, de Amy Tan. ¡Perdón por la caligrafía! 😊

 

Copiando y analizando lo que copias puedes aprender las técnicas favoritas de algunos escritores y hacerlas tuyas, para utilizarlas según le convenga a la historia que escribes. Practicar con esas técnicas te permitirá asimilarlas y que acudan a ti de forma inconsciente cuando las necesitas, y cuando las estés utilizando de forma inconsciente es que ya se habrán hecho tuyas.

 

Para escribir mejor debes pasar por una etapa como imitador. De hecho, aunque no quieras pasarás por ella: es natural que te salga de dentro lo que te ha fascinado de tus escritores favoritos.

Imitar posibilita que tu inconsciente integre el estilo y la técnica de esos escritores que admiras. Es la manera de aprender a escribir mejor.

 

El sistema educativo de la Antigüedad reconocía que para aprender a expresarte por tus propios medios era necesario primero que imitaras a los maestros, para así aprender sus secretos. No había nada deshonroso en marcarse un Cicerón o ponerse preguntón a lo Sócrates, era un cumplido: estabas asimilando bien la técnica. Una vez los alumnos se graduaban en retórica su propio estilo empezaba a emerger. Este estilo propio podía incorporar técnicas que habían visto en otros, mezcladas, modificadas o renovadas, y algunas nuevas, pero para innovar debían necesariamente conocer lo que ya existía y funcionaba.

 

También el sistema educativo español, durante una época ya muy lejana, enseñó retórica como tal, pero ya a principios del siglo XX empezó a devenir en un estudio inútil de figuras que los alumnos jamás utilizarían. Ahora te lanzan a escribir no habiendo solo leído, y esto, aunque desde luego es muy enriquecedor, no es suficiente para aprender todas las técnicas que encumbraron las novelas y los relatos de los grandes.


No basta con haber leído mucho, aunque es sin duda un punto positivo. ¿Te convierte en pintor haber recorrido el Louvre tres veces, o en guitarrista haber agitado la melena en muchos conciertos?

 

Igual que no le pedirías a un pintor novato que sacara el Picasso que lleva dentro, ni a un guitarrista de dedos aún tersos que te compusiera una canción, a un escritor que empieza no le puedes pedir que escriba una novela perfecta con su propia voz. Primero tiene que aprender técnica, composición, estructura narrativa, etc.


Quiero pedir disculpas a mis vecinos por mis intentos fallidos de interpretar The house of the rising sun. Especialmente por no reconocer que mi registro vocal es tan limitado como el de un perro afónico.

Cómo escribir mejor (y corregir y revisar mejor)

La imitación te ayudará a crecer como escritor, igual que ayudó a Milton, Melville, Flaubert, Faulkner, Dickens y Shakespeare.

William Cane: Write like the masters

Escribir mejor es cuestión de seguir practicando, leer más y leer más atento, y de copiar y analizar a conciencia a los grandes. Paciencia: el resultado de estas actividades se decanta lentamente en tu cerebro. Poco a poco desarrollarás una intuición que se manifestará mientras escribes y te sorprenderá con primeros borradores menos desastrosos, frases inspiradas y giros argumentales dignos de una Agatha Christie (¿ves? Imitación 😉).

 

Copia a mano a los grandes. Mejor a mano que a ordenador porque la conexión entre el cerebro y la mano que traza caracteres es más intensa: se te grabará mejor (escribir a mano tiene un montón de beneficios). Después analiza por qué el pasaje que has copiado es tan efectivo.

 

Copia especialmente escenas que crees que no podrías escribir igual que el autor y adapta la escena a tu propia novela o relato, intercambiando personajes, ambientes y situaciones según sea necesario. Sigue siendo una imitación, pero ahora te has acercado mucho más a algo que tú mismo podrías hacer.

 

Aquí te dejo algunas preguntas clave que puedes hacerte para analizar lo que has copiado. El inventario de preguntas es amplísimo y depende de lo que busques, pero estas puedes aplicarlas en casi todos los casos:

 

  • ¿Qué hace el autor en esta escena? ¿Qué emociones transmite? ¿Cómo lo hace?
  • ¿En cuántas palabras lo logra? (esto ayuda a aprender el sentido de la proporción)
  • ¿Qué tipo de frases son? ¿Cómo se unen entre sí? ¿Qué efecto producen?
  • ¿Qué palabras utiliza? ¿De qué clase gramatical, de qué registro? ¿Hay algunas que se enfaticen? ¿Por qué? ¿Cómo?
  • ¿Utiliza algún recurso estilístico (aliteraciones, onomatopeyas, metáforas)? (Analiza las metáforas y analogías: ¿qué te transmiten? ¿Están relacionadas con los temas de la novela o con el punto de vista del personaje?)
  • ¿Qué parte es descripción, cuál narración, cuál acción y cuál diálogo? ¿Cómo son las transiciones?
  • ¿Qué nos muestra de la escena? ¿Qué no nos muestra?
  • ¿Quién narra? ¿Qué tipo de narrador es? ¿Cuál es el punto de vista imperante?
  • ¿Qué relación tiene el extracto con el resto del texto, lo que lo precede y lo que lo sigue?

Yo quiero que me enseñen a extasiar a los fans tanto como Cicerón.

Lecturas recomendadas

Estas son las fuentes más importantes que he consultado para elaborar este artículo. Espero que te sirvan:

Conclusión

Cuando intentas escribir mejor de forma consciente, lo más probable es que te desesperes o te paralices. Creas unas expectativas muy elevadas con cada palabra que tecleas y esto hace que la Musa eche a correr.

 

La mayoría de los consejos que encontrarás sobre escribir mejor en realidad se aplican a editar mejor. Pocos escritores, salvo los muy veteranos, escriben un primer borrador que se ajuste a todas las recomendaciones de estilo: el primer borrador está lleno de circunloquios, vaguedades, repeticiones, sin entrar ya en problemas argumentales o de caracterización.

 

Para que el primer borrador de tu novela cada vez tenga mejor aspecto y consigas escribir mejor de forma inconsciente, existe un truco que antes no era tal, sino una herramienta que formaba parte de nuestra educación en retórica: la imitación.

 

Tenemos que reivindicar la retórica y la imitación como parte fundamental de nuestro aprendizaje como escritores, pues somos el único colectivo al que no se le enseña de manera sistemática a copiar, analizar e imitar a los maestros, sino que se espera del escritor un resultado profesional y auténtico desde el primer año de su carrera: un grave error.


Y tú, ¿imitas a los grandes consciente o inconscientemente? ¿Hay algún autor del que te gustaría aprender sus técnicas?

6 Comments on “El problema de «escribir mejor» y una técnica olvidada e infalible”

  1. Un precioso artículo, Marta. Yo me considero un plagiador por naturaleza. Copio todo, desde símiles, metáforas y ritmos en las cadencias de cada frase. Usualmente, para aprovechar mis lecturas, suelo copiar dos páginas al ordenador y me pongo a corregir al autor de turno. En el proceso analizo los giros y sobre todo la intención narrativa.

    Tienes mucha razón al decir que mucho del trabajo del escritor viene de la corrección. Las mejores ideas vienen cuando estás descansado y tienes algo sobre lo que trabajar. Lo que si recomiendo es hacerlo con constancia; el hábito detecta fallos y problemas con más rapidez.

    Un abrazo desde este lado del charco.

    1. Hola Miguel:

      Muchas gracias por tus palabras :), siempre es un placer tenerte por aquí.

      ¡Bien que haces copiando! Es una lástima que casi nunca lo hagamos y que no trabajemos más nuestras lecturas más allá de leer y leer. Con leer no es suficiente: hay que volver consciente las técnicas que emplean nuestros autores preferidos para poder emularlas y hacerlas nuestras y únicas.

      Un abrazo.

  2. Hola Marta, como siempre, este es un excelente artículo. Que información tan valiosa. Por favor sigue con tu encomiable trabajo. Un fuerte abrazo desde Colombia.

  3. Hola Marta,

    ¡Menudo post!

    Creo que una de las cosas más importantes cuando se comienza a escribir es distinguir entre la fase creativa y la fase de edición. Y lo que me gusta de tu post —que en muy pocas ocasiones se comenta en general— es la imitación cómo método de aprendizaje.

    Creo que es vital en cualquier arte, y que como dices, es cierto que en la escritura apenas se hace hincapié.

    Además, me he llevado una sorpresa grata cuando he llegado a la sección de lecturas recomendadas y he visto que no he leído ninguno de los libros que mencionas. ¡Me tendré que poner las pilas! 🙂

    Me ha llamado especialmente la atención el libro de Dorothea Brande y el de William Cane, porque ya he visto que los has mencionado en ocasiones anteriores.

    ¡Un abrazo!

    1. Hola, Álvaro. Gracias por pasarte, siempre me alegran un montón tus palabras.

      Voy a tener que pedirte disculpas por seguir añadiendo un libro tras otro a tu pila de pendientes. Menos mal que han inventado los lectores electrónicos o probablemente no podrías salir de la habitación sin nadar en libros. ?

      Un abrazo enorme!

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